100 años
100 años más 24 - 06 - 21 Leer a Horacio González puede ser una señal de identidad para quienes siguen el consejo de Borges acerca del lector hedónico: leer por la sola fruición de hacerlo. Por eso perseguimos con afán sus notas y reportajes por Página 12, La Tecla Eñe, Nuestras Voces y cuanto medio, no importa su pequeñez o jerarquía, publicase lo que escribía. Vamos a extrañar pesquisar su huella en los medios. Echaremos de menos la aventura de su lectura exuberante y, cada abril, el ritual de búsqueda de sus exposiciones y de su último libro publicado por Colihue en la Feria del Libro de Buenos Aires. Dicen los que lo conocieron que atendía a todo el mundo. De cualquier modo, no hacía falta tener trato personal para percibir su solidaridad y a la vez preguntarse, cuándo dormía este hombre que además de escribir y leer a ritmo extraordinario, desparramaba conocimiento en presentaciones, conferencias, proyectos, clases y en cuanto acontecimiento o ágape fuese invitado. No me explaya