La ortografía en redes


 A propósito de Roberto Arlt leímos que otro gran escritor, ya muerto y cuyo nombre nos reservamos, argumentaba que los errores ortográficos y sintácticos que cometía el autor de Los siete locos revelaban una señal de clase. La lectura de Arlt y las clases populares de su tiempo nos llevó al presente de la multitud de posteos en redes donde ocurren a menudo los horrores ortográficos. La primera reacción del alfabetizado es recomendar el uso de un diccionario para evitar burradas. Pero la buena conciencia impele a comprender que las faltas son consecuencia de la clase social de que se proviene. Los deslices dependen de cómo se leyó, se aprendió o se pudo leer en sectores sociales desfavorecidos.

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En las porciones humildes de la sociedad abundan celulares y otros dispositivos desde los cuales se accede a las redes que jóvenes usuarios aprenden a usar solitos y manejan con la idoneidad que falta a los veteranos educados cuando tratan de escanear un documento con esos aparatos infernales que hacen de todo. Al final, una carencia generacional podría explicar la otra; pero pensamos que no hay que ser permisivos en la justificación del rústico.

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En las primeras décadas del siglo XX las clases populares eran cordiales y se toleraban sus yerros. Hoy no: votan cualquier cosa. Nadie lee a Arlt en la actualidad pero qué emoción imaginarnos las aguafuertes que escribiría sobre la ortografía de los jóvenes en las redes sociales.

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