Pedaleos en el aire
Otro
artículo de El Dipló de septiembre, en este caso de Ariel Wilkis, intenta
descifrar la razón del gran número de votos que obtuvo en las PASO el gran
pelucón autoritario, a quien ya no quisiéramos nombrar nunca más, pero obvio,
lo nombramos. Estos loables esfuerzos periodísticos logran que las mentes más
lúcidas, afligidas frente a la posibilidad de una administración
ultraderechista continúen con un extendido pedaleo en falso en busca y rebusca
de cómo es que pasó esto. Aunque de improbable éxito como estrategia, las
respuestas emocionales – primarias y catárticas – solo se divisan en las bases
del campo popular. Ningún cuadro injuria o devuelve las descalificaciones en
público. Las mentes claras desaconsejan devolverle en especie al pelucón sus frecuentes
agravios. Tratan de entender, lo cual es meritorio, pero no parecen conducir a
revertir resultados y si es posible que la respuesta emocional acabe igual, al
menos se sentirá el alivio de una humilde expectoración o flatulencia.
***
Volvamos al artículo de Wilkis, que en uno de sus pasajes se
pregunta y se responde con una seguridad y gelidez a
la Natanson: “¿Quién votó a Milei? ¿Qué incidencia tuvo en su victoria
su propuesta de dolarizar la economía? Gran parte de su electorado no puede
calificarse simplemente de furibundo, pragmático o antipolítico. Entre sus
votantes están aquellos que quieren mejorar económicamente, que creen en el
valor de su propio esfuerzo, exigen orden y mercado. Y lo hacen menos por estar
de acuerdo con intelectuales y publicistas de derecha que por una larga
experiencia social en la que esas ideas –de derecha– parecen volverse
preferibles.” Esta cita resume el núcleo de la intranquilidad virtuosa,
progresista y democrático-burguesa, que constituye su desencanto por la
inclinación de la mayoría de los votantes de preferir un albur semejante al mal
radical.
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