Mundial
Ya está. Grité los goles como cuando pibe, como un energúmeno.
Me angustié cuando los contrarios se venían al humo; siete veces me libré del
infarto. Nos abrazamos con familia y amigos, celebramos hasta la noche por las
inmediaciones de St. Clair West aquí en Toronto. Ya está. Ahora jugadores queden
en paz, y déjenme en paz. Lo que hagan con sus vidas y millones me importa un
pepino; lo que decidan y digan o digan que dicen, mayormente, no me interesa.
Ya está. Vuelvo a lo mío que lo tenía abandonado. Cada uno a lo suyo y Dios con
todos.
HD
hugodemarinis@guardaconellibro.com
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